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Desgraciadamente hoy en día estos trastornos se están volviendo cada vez más comunes entre las jóvenes adolescentes, e incluso entre algunos jóvenes varones. Las enfermedades de este tipo más conocidas son el trastorno de los atracones compulsivos, la anorexia y la bulimia.

Los atracones compulsivos es el trastorno que más afecta a los varones adolescentes y a los adolescentes con sobrepeso. Las personas que padecen esta enfermedad comen frecuentemente grandes cantidades de comida de una sola vez y sienten que no tienen control sobre qué comen o las cantidades que comen. La mayoría de los jóvenes que padecen esta enfermedad tienen sobrepeso, y los principales problemas que aparecen son aquellos que acompañan a la obesidad, como la diabetes, la tensión sanguínea alta o altos niveles de colesterol. En el aspecto psicológico estas personas sufren mucho por no tener control sobre lo que comen, la mayoría han intentado controlar los atracones pero tarde o temprano vuelven a tener un episodio. La característica principal es una gran falta de autoestima por su aspecto físico y por su sensación de culpabilidad lo que les hace tener problemas con las relaciones sociales.

En la bulimia también se sufren estos atracones compulsivos y el acto seguido es intentar compensar este atracón con vómitos y otros métodos, como tomar laxantes, diuréticos o realizar actividad física de forma muy intensa. Aunque la mayoría de los jóvenes con bulimia mantienen un peso normal, tienen un miedo terrible a engordar y a menudo se perciben a sí mismos como personas con sobrepeso, cuando en realidad no lo tienen. El hecho de que su peso sea normal les hace más fácil ocultar sus problemas con la comida durante más tiempo. Las consecuencias de utilizar laxantes y diuréticos, así como los vómitos continuos pueden ocasionar problemas graves e irreversibles en el organismo como desgarros en el esófago y en el estómago,  dilatación del estómago, destrucción del esmalte por el ácido, desequilibrio grave los minerales como el potasio, predisposición a piedras en el riñón por falta de líquidos, irregularidades en el ciclo menstrual, entre otros. La persona bulímica al igual que en el trastorno anterior presente una baja autoestima, cambios bruscos de humor, conducta impulsiva, poca tolerancia con los problemas, gran necesidad de aprobación por parte de los demás y tendencia a la depresión.

Los jóvenes con anorexia tienen un miedo horrible a engordar aunque estén extremadamente delgados. Se niegan a mantener su peso por encima de lo que se considera el valor mínimo para su edad, esto va acompañado de una alteración en la percepción de su peso y de su imagen corporal. Por otra parte se niegan a aceptar el peligro que supone para su salud el no querer comer. Entre las consecuencias de la anorexia nos encontramos la pérdida de los ciclos menstruales, la disminución del ritmo cardiaco, tensión baja, falta del movimiento intestinal, estancamiento del crecimiento, anemia y debilitación del sistema inmunológico. Los jóvenes con anorexia suelen tener un alto grado de autocontrol y son muy perfeccionistas lo que les ayuda a seguir manteniendo la enfermedad.

Para muchas familias puede resultar difícil aceptar que su hijo tiene un trastorno de la alimentación que no pueden controlar y piensan que es una cuestión de voluntad y que sólo es cuestión de dejar de hacerlo. Desafortunadamente los trastornos de la alimentación no son tan sencillos de resolver. Algunos de los comportamientos que pueden indicar un trastorno de este tipo son: contar las calorías y los gramos de grasa de forma obsesiva, hacer dieta continuamente, negarse a sentarse con la familia a la hora de comer, visitar el cuarto de baño frecuentemente después de comer, perder la menstruación, realizar ejercicio de manera excesiva o perder mucho peso en poco tiempo. La forma de actuar de la familia es muy importante para no crear más ansiedad en la situación. Hay que sentarse a escuchar sus preocupaciones sin juzgarle, pensar en cómo se trata en la familia el tema de estar delgado, hablar de su salud física y emocional no de su peso y sobre todo buscar ayuda de los profesionales. Se trata de evitar culpabilizar a la persona que sufre el trastorno y enfocar la alimentación desde el punto de vista de la salud y no desde el aspecto físico.